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Valparaíso Cultural

Literatura

Apasionadamente...sin título. TERTULIAS LITERARIAS CENTRO CULTURAL PLAYA ANCHA

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En el hilo de la memoria, el Centro Cultural Playa Ancha ocupa un lugar importante en el universo de Valparaíso, como territorio privilegiado de tertulias literarias. En ocho años de existencia, nuestro espacio ha alojado a una amplia y extensa diversidad de creadores de todas las ramas artísticas, dando a la literatura un realce efectivo, y entregando una instancia de encuentro, reflexión y goce de artistas tanto emergentes como consagrados de nivel nacional e internacional.

Para el 2004, hemos querido implementar un programa anual de tertulias literarias titulado Apasionadamente… Sin Título, en que invitamos a destacadas figuras de la poesía, la narrativa y la dramaturgia nacional y regional a emprender un diálogo y a dar muestras de su labor; coronando cada jornada el lanzamiento de libros de jóvenes poetas emergentes de nuestra región. Creemos que actividades como ésta son absolutamente necesarias.

Absolutamente necesarias, pues percibimos la urgencia de asumir la crisis por la que pasa la literatura chilena. Y aunque ésta se haya hecho cargo de la crisis del lenguaje, viviendo la des construcción de éste en sí misma, parece en trance de agotarse, quedando huérfana de contextos que le brinden verdadera vigencia y necesidad. Así, entendemos estas tertulias literarias, como una oportunidad de abrir ampliamente los debates, en un concepto de cultura que abarque todos los contextos de la vida social, sin esquivar las áreas silenciadas en el sistema actual, que pueden dar justamente indicaciones importantes sobre la presente conmoción de los discursos.

Nos hemos planteado como objetivo el hacer que tanto los invitados como el público presente, pueda al fin de cada jornada, tener una visión del actual quehacer literario chileno y regional que supere la estrecha y estéril mirada que impera en nuestro sistema cultural.

Para dirigir los esfuerzos hacia la extensión y concreción de debates más amplios, abiertos e informados, nos hemos propuesto la edición de una antología, que en dos entregas anuales pueda dejar un registro asequible de la actividad. No menos importante es la implementación de un registro audiovisual, que dará testimonio y presencia en vistas a instalar en forma amplia y democrática la práctica del debate literario-cultural en medios de comunicación de diverso alcance.

PROGRAMA

15 de Abril: A. Bresky, Naín Nómez, Alejandro Pérez, Guillermo Rivera.

13 de Mayo: Carmen Berenguer, Carolina Lorca, Tito Valenzuela.

10 de Junio: Tomás Harris, Paula Pascual, Verónica Zondek, Juan Cameron.

15 de Julio: Teresa Calderón, Soledad Fariña, Cristián Vila, Virgilio Rodríguez.

12 de Agosto: Damaris Calderón, Jordi Lloret, Nadia Prado, Ximena Rivera.

9 de Septiembre: Claudio Faúndez, Fernando Jerez, Víctor Rojas.

14 de Octubre: Pía Barros, Jorge Díaz, Juan Radrigán.

11 de Noviembre: Patricio Manns, Eduardo Parra, Raúl Zurita.

Agradeciendo su atención y buena disposición

Coordinadores generales del programa.

Centro Cultural Playa Ancha,
Pedro León Gallo 404, 349576.
ccpavalpo@yahoo.es

Coordinadores:
Karem Jorquera
0-94727015
karem_j@hotmail.com

Carlos Henrickson,
wawain@hotmail.com
carlos_henrickson@latinmail.com

Comentario Literario: "La vida privada de Emile Dubois" de Patricio Manns

Por Alejandro Lavquen.
Fuente: Página Web del Autor

portada libro patricio manns

Bajo el sello de Editorial Alfaguara, Patricio Manns nos entrega su novela "La vida privada de Emile Dubois", que narra los crímenes del inmigrante francés cometidos en Valparaíso a principios del siglo XX. Dubois, con el paso de los años, se ha convertido en una leyenda, incluso en un personaje de devoción popular. Hasta su tumba, ubicada en el cementerio de Playa Ancha, llegan cientos de personas para solicitar favores o agradecer los favores cumplidos. Allí se puede observar una glorieta llena de placas que manifiestan el testimonio de sus devotos.

En la novela, Manns nos presenta a un Emile Dubois que transita entre el criminal y una especie de justiciero social. Parte de su sicología es la de un artista (de hecho a su manera lo es) que padece delirios de figuración y posee una vitalidad sexual exuberante que distribuye entre sus amantes. El lugar elegido para sus asesinatos es Valparaíso, donde los crímenes que planifica serán su más trascendental actuación. Dubois –entre otros oficios- es actor, se considera el mejor actor del mundo y lo expresa en estas palabras: "Yo no huyo ni me oculto. Soy un actor, un gran actor, el mejor actor del mundo y estoy frente a mi público. (...) Ése es el teatro, el viejo teatro del mundo. Pero en lugar de una pequeña escena miserable, escogí como escenario todo el puerto de Valparaíso, como si se tratara de un retablo mágico, gigantesco, expresivo y potente para mi más importante representación trágica". El mundo es una tragedia, matizada, de vez en cuando, por destellos de felicidad, quién lo duda, y personajes como Dubois, Jack o Landru, surgen de las catacumbas sociales de esa tragedia. Como aquéllos, Dubois es un asesino selectivo, él sólo mata usureros, todos extranjeros, nunca asesina niños ni mujeres, tampoco chilenos. El protagonista no se oculta, sino que vive sin temores ni remordimientos, asiste a los funerales de sus víctimas, se escabulle y no se escabulle, siempre con aires de grandilocuencia, desafiando a la policía que sigue sus pasos, aunque la novela no detalla las pesquisas de ésta. Dubois es tierno y, en ocasiones, violento con alguna de sus mujeres, también comprensivo y sueña con la tranquilidad de un hogar definitivo, posee un humor extraño, indefinido, a veces cerca de lo cruel. Pero es un idealista, defiende a los desposeídos, participa en una huelga y protesta junto al pueblo, al que increpa por su indecisión para responder a la violencia de las autoridades. Incluso ajusticia a un comisario de la policía, que resulta ser un inmigrante italiano nacionalizado. Cuando es capturado niega todos sus crímenes hasta el final, pero como dice haberse informado por la prensa de los sucesos, los defiende y justifica con vehemencia y fundamentos que muestran sus conocimientos e inteligencia, aunque nada de eso lo salvará de la muerte, que en el fondo es la última actuación de este autodenominado mejor actor del mundo, incluso podemos percibir que posiblemente él mismo buscaba una manera "heroica" de morir: el fusilamiento en este caso. Este acto final se puede entender (tal vez) como el triunfo -¿pasajero?- de los inseguros, los opresores, los temerosos, los ordinarios, ante el héroe, el mito, la leyenda popular, el transgresor. Digo esto un poco tomando el punto de vista de Raskolnikov, el personaje de Dostoievski, cuando plantea su teoría de los hombres que nacen destinados a romper los convencionalismos de todo tipo e incluso pueden pasar por sobre la vida de otros. Dubois tiene bastante de ese perfil sicológico.

Manns construye una novela muy bien estructurada y escrita, documentada, entretenida, con una gama de personajes de todas las estirpes: el servicial Mercuriano Apronte; La Metro Ochenta, regenta de un lupanar y que adora la poesía, sobre todo la de Pushkin; Gioconda; Francisca Ascárraga, la compulsiva amante adinerada; Léa la fiel enamorada; Joseph Hofmannsthal al que Dubois niega la muerte que le solicita; Hermógenes, un chico acostumbrado a vivir de lo que se le ofrezca con tal de subsistir en los bajos fondos y la cárcel. Toda una galería de personajes delineados con destreza. Los lugares son descritos con propiedad y humor, Manns sabe de humor cuando denominada sus personajes y locaciones: un prostíbulo llamado "El Dedo sin Uña" y una iglesia denominada "La Santa Sed" lo confirman. Entre líneas nos encontramos también con alusiones a personajes siniestros de nuestra historia reciente. Llaman la atención tres pasajes –de gran factura- donde el protagonista se topa con el poeta Carlos Pezoa Véliz, que fue contemporáneo de Dubois, un homenaje generoso y merecido que le rinde Manns al autor de "Tarde en el hospital". Esta mezcla de ficción y realidad resulta todo un acierto literario, que corrobora al autor en su faceta de escritor. "La vida privada de Emile Dubois" es una novela que no debería pasar inadvertida, pues reúne todos los elementos que la colocan entre las mejores que se han publicado en el último tiempo en Chile.

ALEJANDRO LAVQUEN

Buenos días ¿puedo pasar? soy Pablo Neruda (el escondite)

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Es el búnker que lo vio escribir parte del Canto
General en tiempos que fue perseguido por la Ley Maldita. Neruda, clandestino
y barbón, se paraba en una escalera de aquel subterráneo y conseguía ver el
puerto que tanto amó. Esta es la historia de ese lugar que durante largo tiempo
guardó entre sus paredes parte de un hermoso testimonio de vida y poesía.



Por: Sergio Benavides
Fuente: PrimeraLínea

El pequeño cerro que se aparea con el famoso Barón se llama Los Lecheros, ambos de Valparaíso. Al bajar del funicular y doblar a la derecha, se puede ver una casa que muestra una placa dorada donde se lee algo como: “Aquí se escribió parte del Canto General”. Habíamos llegado correctamente al lugar ubicado en calle Cervantes 18 que creíamos inédito y, sin embargo, tenía esas letras que parecían puestas por alguna institución. Nuestras presunciones no estaban lejos de la realidad. La Fundación Neruda junto con la dueña de la casa, María Teresa Aguilar, hace un par de años que instalaron la inscripción. Fue para la celebración de los 50 años del mencionado libro.

Pero ese es el seudo final de una historia que comienza muchos años atrás, cuando la banda presidencial la llevaba Gabriel González Videla.

Aquel mandatario promulgó la Ley de Defensa de la Democracia en 1947, a la que se le llamó Ley Maldita. Prohibió la existencia del Partido Comunista e instó a la persecución de los partidarios de este. El hecho le costó el desafuero al poeta Pablo Neruda en 1948. Pero eso fue el mal menor ya que por el mismo decreto, el Nobel chileno se mantuvo clandestino en el país hasta 1949. Durante ese tiempo escribiría la mayor parte del Canto General. Luego partiría al exilio y la venganza hacia González Videla llegaría con los inmortales versos que más tarde le dedicó.

Pero antes, Neruda tuvo que correr y rápido. Así llegó al cerro Los Lecheros. En la época, la casa que lo cobijó pertenecía a un marino mercante cuyo hijo era militante comunista. Al parecer fue él quién lo llevo hasta el refugio. Allí estuvo entre seis a ocho meses. Una de las que lo visitó fue La Hormiguita, quién era la pareja del vate.

Caminando Caminando

La casa tiene varios niveles que miran al mar. María Teresa nos invita a pasar amablemente, aunque primero se cercioró de que realmente fuéramos periodistas. “Muchos vienen aquí buscando botellitas y esas cosas, pero aquí sólo hay un testimonio de vida. Esta lugar tiene un valor intrínseco, él estuvo refugiado y se inspiró aquí”, dice y una sonrisa ilumina su cara. Sí, la anfitriona está feliz de conversar esta casa y jura que ni a patadas lograrán que se vaya (aunque nadie se lo ha pedido).

Paredes de luminosidad tenue que, sin embargo, se aclaran cuando durante la tarde absorben la luz del sol. Hablamos del sótano, precisamente el lugar en que el poeta se escondía y lograba mirar por una ventana que todavía conserva los barrotes de los años cuarenta, desde ahí se acercaba a la bohemia porteña que tanto le gustó. Para ingresar había una entrada secreta. Ésta conduce a una pequeña escalera que paradójicamente se parece a esas de caracol que le gustaban al autor de Los Versos del Capitán. Un disimulado interruptor hacía de timbre que le avisaba cuando algún extraño merodeaba la casa. Era perseguido por diversos organismos y cualquier error le costaría muy caro. La familia tomó las precauciones necesarias y lo alojó.

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En concreto, el texto que Neruda escribió corresponde a El Fugitivo, donde cuenta las penurias que debió pasar. “Fui el fugitivo de la policía: y en la hora de cristal, en la espesura de estrellas solitarias, crucé ciudades, bosques, chacarerías, puertos, de la puerta de un ser humano a otro, de la mano de un ser a otro ser, a otro ser. Grave es la noche, pero el hombre ha dispuesto sus signos fraternales, y a ciegas por caminos y por sombras llegué a la puerta iluminada, al pequeño punto de estrella que era mío, al fragmento de pan que en el bosque los lobos no habían devorado”, dice en un fragmento del poema.

En 1970 es el mágico encuentro que María Teresa atesora en lo más profundos de los altos muros de la casa. “Buenas tardes, puedo pasar, soy Pablo Neruda”, fueron las imborrables palabras que para siempre se instalaron en su memoria. Entre otros, llegó con Raúl Zurita, Hugo Arévalo y los infaltables medios comunicación de la época. En ese momento, la pequeña (y hoy dueña) de la casa supo la historia, una que conservó en secreto durante años. “Lo sentí como algo de mi familia, por eso no nos aprovechamos de la situación”, dice.

Hasta hoy, y colgado de una de las paredes, María Teresa conserva una dedicatoria (ver foto) que el poeta le escribió. El refugio permanece intacto, aunque la parte de arriba de la casa ha sufrido algunas modificaciones. Desde la ventana de la cocina, en el segundo piso, Neruda se tomó una fotografía que recorrió el mundo.

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Por el lugar han pasado varios notables. El escritor y hoy premio nacional de literatura llamado Volodia, también Sara Vial, la misma que en 1996 ayudó a la realización una película sobre Neruda que hoy está perdida entre los archivos de un salón de eventos del muelle Prat. Algo de melancolía tiene ese subterráneo que quizá algún día se convertirá en un rincón donde los jóvenes amantes del arte puedan compartir. Las cuatro paredes que infranqueablemente atesoraron la vida de uno de los grandes de nuestro país guardan todavía el testimonio de uno de los períodos más negros de aquella lejana década, cuando un hombre de amor al verso no podía expresarse, sino que debió escapar de sus pares sin cometer otro delito que la fidelidad por una idea.

Hace un par de años, (dato que no es menor) nuestra anfitriona pidió a la Municipalidad de Valparaíso que la ayudaran con la mano de obra para pintar el lugar. Ella se haría cargo de las pinturas. Pese al compromiso de las autoridades, nada de esto ha sucedido. Todavía tiene guardado los tarros de colores que otro aire le darían a la fachada de aquel rincón de calle Cervantes. Situación claramente Made in Chile.

Juan Cámeron, Poeta: EL EXILIADO IMPOSIBLE

La pasión que este escritor de 55 años siente por la literatura, lo llevó en varias ocasiones a plasmar sus versos en cualquier lugar, "con esa letra tan bonita que tenía escribía en todos lados, puertas, ventanas, donde fuera", asegura una de sus vecinas de Pedegua.

Por Catheryn Cárcamo

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Es de noche y los bares de Valparaíso están en silencio, la belleza de las ruinas retroceden y unos rostros de conmoción observan el vacío. En él se zambullen imágenes y sensaciones que retuercen el pasado. Las palabras nadan en el aire, y se escuchan como la mejor música de fondo. Es la melodía perfecta, esa que se desplaza desde la sutileza misma, al más violento de los llamados.

Es la magia de la poesía, esa palabra que un buen día un loco le gritó a Valparaíso en el oído, el resplandor de una frase que inundó de forma irreversible los cerros de la ciudad.
Desde un balcón que juega a esconderse entre los repliegues del cerro Jiménez, hay un hombre que observa el espectáculo en silencio. Cierra los ojos y se da tiempo para imaginar como sería la vida "si los poetas gobernaran el mundo".

Es Juan Cameron, y aunque su figura pasa desapercibida por la calle, su nombre guarda a una de las personalidades literarias más reconocidas de la región.

Recientemente - a fines del 2002 - reeditó su libro "Ascensores Porteños", un poemario visual publicado por primera vez en 1999 que intenta transportar a los lectores, a la historia e imagen de los característicos elevadores de la ciudad.

Sin embargo, el escritor no se identifica con el cúmulo de artistas que usualmente utilizan a Valparaíso para llenarse de la materia prima necesaria para crear y colmar, según el propio autor "al puerto de estereotipos que muchas veces llegan a rozar lo caricaturesco".

Su relación con la ciudad otra, así lo entiende uno de sus compañeros de poesía Sergio Madrid, "sus escritos en general no transportan a ningún lugar determinado y si bien su poesía es urbana, no encontramos en ella un sello explícito para decir que se trata de una localidad a la cual podamos nombrar".

Posiblemente, esto se deba a las constantes estadías de Cameron fuera del país; Vivo está en su memoria ese improvisado último discurso de Allende por las ondas de Radio Magallanes. Las palabras que le hicieron saltar de la cama y pensar en lo peor: "me asusté. Aunque no era militante, tenía una relación muy cercana con la Jota y eso era sabido".

EL AUTO-EXILIO DEL POETA

Así las cosas, a comienzos del 74' partió a Argentina junto a su primera esposa e hijo "pensando que allá nada podía ser tan malo". La profecía se hizo realidad cuando se adjudicó el Premio Casa de las Américas, luego de enviar a Cuba su libro "Fe de Ratas".

Sin embargo, una insostenible situación política y social le hizo decidir tres años mas tarde el regreso a Chile para instalarse con su familia en Pedegua, localidad rural de la Quinta Región, desde donde obtuvo el certamen de Viña del Mar, triunfo con el cual regresaría al circuito literario de la región.

Es precisamente por esos años, a comienzos de la década de los 80's, cuando se reencontró con sus compañeros de letras, y su nueva casa de Valparaíso se convirtió en el lugar de reunión para personajes como Raúl Zurita, Juan Luis Martínez, Sergio Badilla y Tomás Moro.

Sin embargo esas largas jornadas en el hogar del poeta se truncaron con la llegada del año 1987, cuando en un confuso episodio en el bar "La Unión Chica" Juan es acusado de encubrir a un par de universitarios que habían robado el arma a un efectivo policial.

Enrique Moro, actual dueño del restaurant "Emile Dubois" quien también estaba presente esa noche recuerda que ambos "fuimos amenazados de muerte y el Cameron se asustó tanto, que debió esconderse en la Vicaria de la Solidaridad". La historia siguió escribiéndose con el auto-exilio en Suecia, país donde Juan trabajó redactando artículos para el semanario "Liberación".

Después de 10 años, el poeta regresó a Chile con varios premios y reconocimientos sobre sus hombros, entre ellos el de la Revista de Libros del Mercurio y el Municipal de Valparaíso, ambos ganados en el año 1996 desde su residencia en Europa.

EL POETA INSTITUCIONAL

A pesar de vivir lejos de Valparaíso en varias ocasiones, la relación de Juan Cameron con el puerto cada día se estrecha más, y continuas son sus participaciones en la promoción de eventos destinados al desarrollo de la actividad artística en la zona. Sus visitas a la Municipalidad y a la Intendencia son cada vez más frecuentes, a estos lugares lleva sus proyectos y trabaja periódicamente en la edición de libros donde los intelectuales de la región publican sus obras.

Por esta razón, Madrid lo define como "un escritor institucional, se asume como un profesional. Por eso se responsabiliza de lo que sucede con el quehacer literario de Valparaíso".

A pasar de llevar una ocupada vida entre sus frecuentes visitas al Departamento de Cultura del municipio porteño y la realización de talleres, Cameron se da el tiempo necesario para escribir poesía y observar a Valparaíso desde el balcón de su casa. Ahí lleva una vida tranquila, tal como lo señala entre risas su compañero de letras, "era bohemio y mujeriego. Ahora se transformó en un viejo cuico, que se acuesta a las 10 de la noche".

Algunas PUBLICACIONES

-Las manos enlazadas, Edeval, Valparaíso, 1971.
-Una vieja joven muerte, Del Café, Valparaíso, 1972.
-Perro de circo, Edición del Premio Rudyard Kipling, Santiago, 1979.
-Escrito en Valparaíso, Gráfica Marginal, Santiago, 1982
-Cámara oscura, Editorial Manieristas, Santiago, 1985.
-Registro curricular, Cuadernillo, Editorial del Café, Valparaíso, 1997.
-Ascensores porteños/ Guía práctica, Altazor-FONDART, Santiago, 1999
-Jugar con la palabra, (antología 1971-2000), Editorial LOM Santiago, 2000.

Algunos PREMIOS

-Federación de Estudiantes de Chile (FECH) 1972
-Gabriela Mistral, I. Municipalidad de Santiago, 1982
-Premio Revista Liberación, Malmö, Suecia, 1987
-Premio Revista de Libros, El Mercurio, Santiago, 1996
-Premio Municipal de Literatura, Valparaíso, 1996
-Premio Villanueva de la Cañada, Madrid, España, 1997
-Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, en Poesía, 1999