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Valparaíso Cultural

Artes Visuales

Nuevo Impulso: Cine Arte se la juega

Desde ayer los socios fundadores se hicieron cargo de la sala y anuncian plan para asegurar su permanencia.

Fuente: Mercurio Valparaíso

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El día primero de mayo se convirtió en una fecha doblemente simbólica para el Cine Arte de Viña del Mar. Tras 22 años de administración, Filmoarte (Normandie) regresó ayer la administración de la sala a sus fundadores vivos, Guillermo Aguayo y Hugo Castelletto, quienes retomaron la aventura iniciada en 1967, cuando junto a Aldo Francia y José Pellerano posicionaron al recinto como una alternativa a la oferta comercial de filmes. Así se transformó en un espacio para la difusión de la creación latinoamericana, se creó la Escuela de Cine junto a la Universidad de Chile, se realizaron los primeros festivales internacionales de la Ciudad Jardín y se afianzó como punto de encuentro de cinéfilos, jóvenes e intelectuales.

Asegurar su permanencia es una tarea compleja que exigirá, precisamente, grandes cuotas de trabajo, energía y creatividad para revertir los balances en rojo y la merma sostenida de público, debido a la competencia frente a las cadenas de multisalas. "Entramos para ganar", afirma entusiasmado Guillermo Aguayo, espantando los fantasmas del cierre definitivo del cine, único en su línea a nivel regional. Sin embargo, reconoce que las condiciones cambiaron: "No será fácil, pero creemos que vamos a levantar el cine y para eso necesitamos que toda la gente que comparte estos intereses nos ayude, porque partimos con la corriente en contra".

Las estrategias para esta nueva etapa ya están claras y pasan por una inversión en el remozamiento de la sala, cambios en la programación de películas, la apertura a toda clase de eventos relacionados con el arte y la integración del segmento infantil. Medidas que, como explica Hugo Castelletto, ya han sido aplicadas por sus pares en otras partes del mundo.

"Resucitar el cine arte no es algo nuevo. En Europa la gente que se retiró de los cines tradicionales y se volcó a las grandes multisalas está volviendo. Estamos en el momento preciso para hacer lo mismo, reencantar a las personas con determinadas cosas que los hacen sentirse gratos, porque eso de que coman palomitas de maíz a tu lado o que los niños corran en la sala, te distrae. Si quieres concentrarte en una película y sentirte partícipe de ella, como pasa con la lectura, debes hacerlo en una sala tradicional".

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A cargo de la programación está su hijo, Fabio Castelletto; mientras que como nuevo administrador asumió Pablo Garretón, quien asumirá las tareas que por más de dos décadas desempeñó Edgar Doll.

"Partimos ordenando la casa y en general lo logramos. Ahora debemos salir a vender toda clase de espectáculos, como musicales, poesía, exposiciones, teatro, lanzamiento de libros, etc.", explica Garretóno. La misión, agrega, "es integrarnos a la ciudad fuertemente. El principal problema es que no tenemos estacionamientos, lo que ahuyenta a nuestro público objetivo; así que debemos buscar ofertas para que la gente se venga incluso caminando, que sean cosas interesantes, diferentes y entretenidas, siempre manteniendo la calidad".

Ya comenzaron las negociaciones y contactos con instituciones de Valparaíso y Viña del Mar para la realización de los eventos que se sumarán a la cartelera cinematográfica y con algunas empresas que puedan aportar con publicidad. Entre las actividades destaca un ciclo de filmes que contará con un panel de destacados psicoanalistas (21 de mayo), las matinés del fin de semana dedicadas al mundo infantil (teatro y cine), un espectáculo en vivo la noche del sábado, seminarios de apreciación del cine y la música a partir de cintas relacionadas con el tema, y una cartelera que echará mano a los clásicos y novedades del cine arte mundial, como "Las invasiones bárbaras", alabado filme de Denys Arcand que ganó el Oscar a la "Mejor película extranjera" e inaugura esta nueva etapa.

PROGRAMACION MAYO CINE ARTE
-"Las invasiones bárbaras": lunes 3 al jueves 5.

-"París, Texas": jueves 6 al domingo 9.

-"Delicatessen": lunes 10 al miércoles 12.

-"Tiempo de gitanos": jueves 13 al domingo 16.

"El precio de la ambición": lunes 17 al miércoles 19.

-"Fitzcarraldo": jueves 20 al domingo 23.

-"El rey de la comedia": lunes 24 al miércoles 26.

-"El honor de Los Prizzi": jueves 27 al domingo 30.

-"Ponette": lunes 31 al miércoles 2 de junio

Rescate del Patrimonio

La Upla editará DVD del proyecto Fondart "El imaginario sonoro de Valparaíso del 1900", que incluye música y danza.

Fuente: Mercurio Valparaíso

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"El patrimonio cultural de Valparaíso es una cosa viva, que no sólo se circunscribe al casco histórico o la arquitectura", asegura la académica de la Universidad de Playa Ancha, María Teresa Devia, quien junto a un grupo de colaboradores desarrolló el proyecto Fondart "El imaginario sonoro de Valparaíso del 1900", que reconstruye los sonidos y bailes del Puerto desde 1890 hasta 1950, apoyado con imágenes de los personajes e hitos de la ciudad durante ese período.

Este trabajo, con el apoyo de la Upla, se transformará en un DVD que registra la presentación en vivo de esta iniciativa, realizada en el Club Alemán de Valparaíso, la cual contó con la participación de músicos y conjuntos de bailes que recrean ritmos como el vals porteño, la cueca picaresca, el charleston, el tango y el bolero.

Sobre la génesis de este proyecto, María Teresa Devia comenta que "estamos preocupados hace mucho tiempo por la recuperación del intangible de Valparaíso, porque el patrimonio se mantiene vivo en la medida que la gente vuelva a resignificar los lugares donde vive. Entonces nace la idea de recuperar lo que era el cotidiano de esta ciudad, pues se recuerda parte importante de la vida a través de la música. Por eso lo del imaginario: de qué manera podemos resignificar los lugares de Valparaíso, pensando que existieron cierto tipos de música y bailes, que fueron paralelos al desarrollo cultural, económico y político de esta urbe, los cuales no se pueden perder".

"La meta principal aquí -agrega la académica- es reconstruir el imaginario sonoro que se escuchaba en Valparaíso antes y después del canal de Panamá. Las ciudades puertos concentran gran afluencia de población flotante, que recorre y se relaciona estechamente con las personas y los lugares. Estas vinculaciones van conformando formas muy particulares que inciden en los procesos y pertenencias, producto de los préstamos y apropiaciones culturales que se van dando espontáneamente como consecuencia de las más diversas formas de articulación entre habitantes y visitantes".

Durante la época que considera esta investigación llegaban a nuestro puerto barcos que traían músicos que venían trabajando en labores de carga y descarga. Ellos se mezclaban con los habitantes de Valparaíso, por lo cual muchos instrumentos y estilos musicales extranjeros se van reproducciendo aquí. De esta forma, en las casa de canto de fines del 1800 y principios de 1900 se van mezclando valses de Strauss con valses tradicionales de Valparaíso o cuecas picarescas, como aquella en que los bailarines se van sacando sus prendas hasta quedar en ropa interior.

Más adelante aparecen el ragtime y el charleston en los locos años 20, el jazz y, por supuesto, el tango, que coincide con la masificación de la radio, con varios programas al aire dedicados a este género, y el establecimiento en Valparaíso de numerosos músicos e intérpretes del ritmo arrabalero.

TERRITORIO MULTICULTURAL

"Valparaíso es, desde sus comienzos, un territorio multicultural -explica María Teresa Devia- donde se ha mezclado siempre lo culto con lo popular, lo propio con lo ajeno, reinventando la realidad y viviendo la fantasía en cada uno de sus rincones. La expresión musical de Puerto, por la forma en que fue diseminada en todos los lugares, es una hermosa mezcla que funde las estética de la música europea con las expresiones americanas, tras la Primera Guerra Mundial, y en forma especial de nuestra música tradicional, lo que sin duda ha ido constituyendo parte del patrimonio intangible de Valparaíso".

Sacar adelante el proyecto "El imaginario sonoro de Valparaíso del 1900" llevó dos años, período en el cual los investigadores revisaron material de otros recopiladores de este patrimonio musical, como Margot Loyola, al tiempo que entrevistaron a los músicos sobrevivientes de la bohemia porteña, muchos de los cual partieron tocando en la década del 30.

Los cines de Valparaíso

Fuente: Revista Racontto
www.racontto.cl

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La leyenda habla de que el cine nació en Valparaíso. Una vieja película que muestra unas mujeres bailando cueca en Playa Ancha y un aviso de una panadería - el que sería el primer comercial de la historia de nuestro cine- dan cuenta viva de este testimonio. Luego hay un ejercicio de los bomberos - otra institución demasiado porteña-.

Quizás, la cantidad de películas filmadas en Valparaíso sea innumerable. En todo porteño habita un cineasta en potencia. Sólo algunos- curiosamente los no porteños- logran tal cometido. Joris Ivens, Aldo Francia, Raúl Ruiz, Valeria Sarmiento, Gonzalo Justiniano, Silvio Caiozzi, además de aficionados y amateurs que entrenan su ojo en los recovecos espejeantes de unos paisajes a punto de caerse.
Hubo una época que Valparaíso tenía muchos cines. Los había empotrados en los cerros. El cine Barón, El Roxy en Placeres, El Esmeralda (homenaje a Prat) en el Cordillera, El Iris (metáfora del ojo) y el Odeón (Francés aussi) en Playa Ancha, el Mauri (¿) , el Chile ( la Patria, siempre la Patria) en el pasaje Quillota, el Avenida( composición de lugar) en la misma avenida Argentina, la que sufría los embates de los acontecimientos con nuestros vecinos. Una vez hasta llegó a llamarse Avenida Teniente Merino Correa, en memoria de aquel teniente fallecido en el Sur en un enfrentamiento con gendarmes argentinos.
Estaba el Rivoli ( Paris toujours Paris), con pretensiones afrancesadas y arquitectura eiffeliana, ahí se podían ver buenísimos programas dobles o triples.
El Cine Victoria ( otra de nuestras citas bélicas), y a su lado el Colón (descubridor frustrado de Cipango), el Metro ( Goldwyn Mayer), inaugurado con escuela de Sirenas con la espectacular actuación de Esther Williams.
Allí recuerdo haber visto con mi madre Ben Hur y El Mago de Oz, en unas funciones repletas e inolvidables con cantidades de gente que no quería perderse la carrera de cuadrigas de Charlton Heston ni el baile de los zapatos rojos de lentejuelas de Judy Garland.
Más allá, sobrevivía el Real (el anhelo porteño), una sola vez pude ver a Ludwig desplegando su locura en esa platea, esa película jamás pude verla en ningún otro cine, ni siquiera en video.
Mi recuerdo de esa película queda ligada a ese cine y a ese nombre que tan bien le iba tan bien a mi añoranza.
Al frente estaba el Brasilia (arquitectura de Niemayer), cine que se transformaría en lugar de culto de amantes de ovnis, ufólogos y de otras cuestiones de esa especie. Yo era el único que reía cuando Woody Allen lanzaba chistes de su calidad de judío salvado del holocausto en Stardust Memories.
Y al lado de la plaza Victoria, dos cines el Condell (otra composición de lugar), medio metido en un pasaje, al que se podía ir a ver películas para mayores, sumamente cortadas.
Se tejían leyendas de ese cine, como la del espectador fallecido en medio de una función semi pornográfica y que de pronto, en la oscuridad de cualquier película se sentaba al lado de uno haciéndole comentarios sobre lo que se estaba viendo. Creo que solamente me acompaña el recuerdo de un Lelouch que no pude ver en otra parte.

Más allá el Central (la antinomia, el más escondido de los cines), definitivamente picaresco, semiporno y hasta triple xxx. Un cine que era también un Grill y en el que bastaba ver los afiches para enterarse de todo lo que iban a exhibir.
En el barrio del Puerto estaba el Pacífico (homenaje al mar que nos baña apenas), cuya especialidad eran las películas mexicanas.
Hay que recordar que el auge de estas películas se debía a que muchas personas aún no sabían leer y esa era la mejor manera de enterarse de las tramas que siempre era una y la misma, aunque de eso uno se diera cuenta muchísimo más tarde. De ahí el tremendo auge de la música ranchera en el pueblo chileno.
Y también estaba el Lux (asiático lujo de cartón piedra), lugar heterogéneo y disímil donde podían perfectamente exhibir en funciones cuádruples Maciste contra los vampiros, Sissi en apuros, Viruta y Capulina y La perversas noches de una colegiala virgen.
Alguien, después del desmantelamiento de este cine habría encontrado ahí en una bodega una copia de la Pasión de Zecca, en relativas condiciones. Nunca más hubo noticias de esa copia.
Muchos de esos templos del espejo hoy son bodegas, iglesias de diverso tipo, guaridas de ratones, ferias persas, vacíos o en el mejor de los casos multicines, desodorizados e insípidos que nada tienen que ver con los frisos y dibujos del mejor cine, el Valparaíso, el mismísimo Valparaíso que relataba la historia del mundo a través de las imágenes de las paredes.
Un Zeppelin, una orquesta de Jazz, unas mujeres bailando, unos soldados medio romanos medio griegos y la fascinación de un niño pequeño que se pierde por siempre en esos espejos.

(este escrito es un pequeño capítulo de un libro actualmente en construcción,)

Eduardo Correa Olmos.
Académico Facultad de Arte, Universidad de Playa Ancha